
El embarazo adolescente representa para el país un costo económico de 63 mmdp al año
En el estado de Puebla, de cada mil mujeres de entre 15 y 19 años de edad, 76.8 son madres; esta proporción es la sexta más alta del país, de acuerdo a lo que se indica en “El embarazo en la adolescencia y el acceso a educación y servicios de salud sexual y reproductiva: estudio exploratorio”, realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Esa Tasa Específica de Fecundidad de Adolescentes (TEFA) redujo 9.6 puntos a lo largo de dos décadas, pero sigue siendo elevada.
En el año 2000 era de 86.4 y para 2020, como ya se indicó arriba, pasó a 76.8, superior a la nacional de 68.5.
Las entidades con las tasas más altas, son: Coahuila, donde es de 94.3; en Chiapas es de 84.8, de 79.5 en Nayarit, de 79.2 en Campeche, y de 77.3 en Michoacán.
La TAE más baja la tienen la Ciudad de México, Querétaro, Yucatán, Sonora y el Estado de México, donde es de 47.8, 59, 61.8, 62 y 62.4, respectivamente.
El Consejo destaca que, en cuanto al impacto económico del embarazo adolescente, el fenómeno implica un costo para la sociedad y el Estado mexicano que equivale al 0.27 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), es decir cerca de 63 mil millones de pesos anuales
Añade que entre los efectos económicos documentados se encuentran el abandono de estudios, que conlleva malas condiciones de empleo e informalidad, lo que a su vez representa menores ingresos; y que muchas de las madres adolescentes no participan de modo alguno en el mercado de trabajo, sino que permanecen en tareas domésticas no remuneradas.
Se agrega que también existe un mayor riesgo de violencia de género, incluido el matrimonio infantil, entendido este como aquel que ocurre antes de que la mujer cumpla 18 años y que, en última instancia, genera dependencia física y económica.
También figura la dificultad para el acceso de vivienda de hogares monoparentales.
El Coneval expone que las hijas e hijos de una mamá adolescente tienen mayor probabilidad de ser a su vez madres o padres adolescentes, perpetuando el ciclo intergeneracional de la pobreza y otras vulnerabilidades.
Para la sociedad, añade, el embarazo adolescente representa una reducción de la participación femenina en el mercado de trabajo y una mayor dependencia de programas públicos, en particular los relacionados con salud.
Para el Estado significa mayores gastos en salud y programas sociales asociados, mientras que la baja participación en el mercado de trabajo se traduce en menores niveles de recaudación de impuestos por ingresos “generando un impacto negativo en el desarrollo nacional que repercute en la sociedad en su conjunto”.
Con Informacion de: La Jordada de Oriente