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Editorial. Lunes 4 de mayo de 2020

En la crisis de la Fase III del Coronavirus el estado de Puebla vive el embate de una pandemia que no es enfrentada por igual y donde los propios ciudadanos presos de sus irresponsabilidades  e indiferencias tendrán que enfrentar más tarde que temprano el costo de creer que se trata de un enemigo pequeño, mientras que por otro lado, este tiempo de confinamiento ha sido el espacio propicio para que las desigualdades salgan a flote en todo el país y por ende en la entidad poblana.

Con información de La Silla Rota, 86  de los 123 productos que conforman la canasta básica se encarecieron entre el 0.01 y el 13.10 por ciento durante la primera quincena de abril, según por la contingencia de la pandemia del coronavirus; pese a que la inflación bajó 70 por ciento (básicamente por la baja en los precios de la gasolina) de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Geografía e Informática (INEGI). El chile serrano, huevo, naranja, arroz, azúcar, guayaba, pera, frijol, ejote y limón.

El incremento en las bebidas alcohólicas fue hasta de un 80%, además de que estas prácticamente desaparecieron de los refrigeradores de todos los negocios de autoservicio.

 En Puebla, los incrédulos no hacen caso a las indicaciones de la sana distancia, de quedarse en casa (en la medida de lo posible) de usar cubrebocas y de otras muchas medidas de higiene, pero tampoco hay disciplina en el comercio, mientras por un lado la mayoría del comercio informal aceptó no salir a las calles ni a los tianguis, los más osados han rentado una accesoria para seguir subsistiendo.

El comercio establecido encarece sus precios sin que haya regulación o sanción a lo propio. Tal parece que muchos actores que se autonombran como líderes de opinión y órganos de consulta también cerraron la ventana de sus obligaciones.

Para el presente año, de acuerdo a cifras oficiales de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) El gobierno federal tiene planeado destinar el 2.6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) a salud pública, de cumplirse esta meta, ejercería el 7.1 % más recursos que en el 2019 y el país registraría el mayor nivel de gasto desde 2015, cuando la administración de Peña Nieto destinó el 2.7 del PIB a salud Pública. Realmente el país no cuenta con cobertura médica suficiente  como para evitar que los mexicanos se vean obligados a desembolsar dinero para cuidarse a sí mismos. Pese a esta realidad, muchos insisten en desoír los riesgos de no atender la sana distancia, el confinamiento voluntario y la responsabilidad social.La pandemia de la Covid-19 se ha extendido de un modo inusitado a través del mundo y todavía es demasiado pronto para vislumbrar las transformaciones económicas, políticas y sociales que acarreará. Sin embargo, la actuación de los gobiernos ante la emergencia está carente de muchas respuestas para todos los sectores sociales, ya se reparten despensas unas con más, otras con menos, el voluntariado civil y religioso se apunta a donar comida caliente para los sectores vulnerables. Habrá que esperar a conocer más en detalle la propuesta de reactivación económica incluyente que amaine este brutal impacto que aún está por llegar

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