
En medio de un diálogo de sordos y con un teléfono descompuesto, los gobiernos municipales cumplen con el mandato legal de rendir un informe anual de las actividades desempeñadas, al interior de los cabildos generalmente existen al menos dos versiones, las del presidente (a) y las de los regidores de oposición; en relación con la sociedad a la que gobiernan, el abanico se multiplica exponencialmente y difícilmente se aceptan los errores y se ejerce la autocrítica desde el ejercicio del poder.
El acompañamiento del titular del ejecutivo del Estado, Miguel Barbosa Huerta, a muchos de estos informes de gobierno obedece a la imperiosa necesidad de marcar la línea para retomar el camino y no descarrilar el tren de la Cuarta Transformación (4T) no se trata de una visita de cortesía para fortalecer estos pequeños imperios, mismos que en mayor o menor medida han tenido hierros a lo largo de un año y que no podrán borrar en un acto que lejos de ser republicano, es otro desencuentro que debe frenarse.
Aunque hayan entendido que la cuarta transformación no es un cambio de gobierno sino una transformación de fondo de todo un sistema, difícilmente han podido articular políticas públicas para cumplir con su cometido, los discursos del gobernador Miguel Barbosa son clara muestra de ello, en diferente tono y con diferente estructuración, pero al final se trata de un llamado enérgico para que todos los presidentes asuman realmente su responsabilidad, sean o no surgidos del Movimiento de Regeneración Nacional. Es urgente acompasar el paso y el ejercicio del gobierno desde lo municipal. Casi todos están con saldo negativo.
Alrededor de 685 días del ejercicio legal de la presente administración municipal requieren de un cronograma estricto y claro, con responsabilidad, con proyecto y con identidad, con cercanía a la gente, con transparencia, con eficiencia y con voluntad, sin límite de tiempo, antes de que el gobernador decida intervenir las administraciones municipales lo suficiente para tomar el control y entregar buenas cuentas ante la federación, los presidentes municipales y sus regidores deben entender que son colaboradores, y que la 4T va con y sin ellos, sin dejar de lado que las responsabilidades enmarcadas en la ley pueden truncar, incluso, sus aspiraciones futuras.