Montserrat Sánchez y César Carrera
El 10 de mayo en México pasó de ser un día de celebración nacional a uno en el que se recuerdan a los más de 40 mil desaparecidos en el país y en el cual las madres buscadoras aprovechan para exigir al Gobierno federal justicia.
“Nos dijeron que eran representantes de los Zetas, ordenaron que ya no buscáramos a mi hijo o lo iban a matar”, a eso se enfrentó María Guadalupe Fernández los primeros días de búsqueda de José Antonio Robledo Fernández, desaparecido desde el 25 de enero de 2009 en Monclova, Coahuila.
Enfrentarse con miembros del crimen organizado sería solo el inicio de la batalla que sostendría Guadalupe los siguientes años para lograr dar con el paradero de su hijo y exigir justicia.
La madre de José Antonio ha ido a Italia para visibilizar el tema de la desaparición en México, ha dado su testimonio en Roma y también formó parte de la caravana a Estados Unidos con el Movimiento por la Paz encabezado por el poeta Javier Sicilia.
Además, Guadalupe se abrió camino y se formó en temas de derechos humanos, desapariciones forzadas, fosas clandestinas e identificación forense.
A sus casi 70 años, María Guadalupe forma parte de las miles de madres que han tenido que encarar funcionarios hasta buscar restos en fosas clandestinas y todo con un solo objetivo: dar con el paradero de sus seres queridos.
De acuerdo con la presente administración y la Comisión Nacional de Búsqueda, hasta el mes de abril, en el país se registraban 40 mil 180 personas desaparecidas
Rascar la tierra para luchar contra el olvido es lo que representa el Colectivo Solecito en Veracruz, ahí, más de un centenar de familiares de desaparecidos han rastreado huellas durante el último sexenio; fue así como dieron con el predio Colinas de Santa Fe, donde para julio de 2018 habían encontrado 300 cuerpos.
En esta lucha titánica, las madres han tenido el valor de también encarar a funcionarios. Tal es el caso de Araceli Salcedo, madre de Fernanda Rubí, joven desaparecida en Veracruz desde 2012.
Para octubre de 2015, la madre de la chica le reclamó al entonces gobernador del estado, Javier Duarte, que mientras él disfruta con su familia del recién nombrado Pueblo Mágico, Orizaba, ella no vive desde que se llevaron a su hija.
“Aquí está su pueblo mágico donde nos desaparecen a nuestros hijos”, le espetó.
Datos del Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas indican que durante el sexenio pasado aproximadamente cada dos horas desaparecía una persona en México
ENTREGARON A MI HIJO A LOS ZETAS
La ausencia de José Antonio se dio a conocer a través de la novia del muchacho. Ella le contó a Guadalupe sobre la última llamada que tuvo con su hijo. Aquella vez no solo escuchó la voz del joven, también la de hombres que le preguntaron de dónde era, y cuando dijo que “del Distrito” lo empezaron a golpear. Fue la última vez que hablaron con él.
Sentada en la sala de su casa, donde en cada mueble cuelga una foto de su familiar ahora desaparecido, María Guadalupe relata que se inició la averiguación previa hasta el 28 de enero de 2009, y desde entonces ha sido pugnar porque las autoridades hagan su trabajo.
“Mi esposo y yo nos fuimos rápido a Monclova, buscamos su coche, todos los días íbamos a la cruz roja, a los hospitales privados y públicos y nada, no había rastro de él”.
La madre cuenta que la compañía ICA Flour, para la cual trabajaba su hijo como ingeniero civil foráneo, inmediatamente se deslindó del suceso bajo los argumentos de que había sido sustraído en día inhábil, y el vehículo que traía no era de su propiedad.
“En ese transcurso de tiempo y con nuestras propias investigaciones pudimos saber que era el jefe de seguridad y el chofer de la compañía quienes habían entregado a mi hijo a los Zetas”.
Diez años más tarde y sin dejar de recordar que las autoridades le repetían una y otra vez que su hijo había estado en el momento y el lugar equivocado, Guadalupe no deja de buscarlo.
“Ha sido muy difícil porque también uno tiene que lidiar con las enfermedades, me dio un infarto hace cuatro años, un derrame cerebral y obviamente está la depresión que es latente. Lo difícil no es cambiar de hábitos en la vida, sino vivir en la incertidumbre”.
Guadalupe, a quien por momentos la interrumpen las lágrimas, sostiene que si su caso tiene líneas de investigación y responsables en la cárcel, es porque tanto ella como su esposo se involucraron al 100 por ciento en ello.
“Han sido gobiernos que prometen justicia y las perlas de la virgen, pero yo ya no creo en ellos. Esta crisis de desaparecidos no ha parado”
– María Guadalupe Fernández
Madre de un desaparecido
Datos del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) indican que, tan solo durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, casi cada dos horas desaparecía una persona en México.
Con información de: Reporte Indigo